Marcos había recibido la noticia al día siguiente de la boda, dejando la luna de miel a medias, él y su esposa habían regresado a la ciudad; Marcos miraba entre las pertenencias de su difunto cuñado, moviendo libretas y hojas por aquí y por allá, una de éstas cayó al suelo. Marcos la recogió, era una carta a su nombre...
Al terminar la carta, guardó el papel en su bolsillo, enjugó sus lágrimas y salió de la habitación; no volvería nunca más.

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